lunes, 14 de junio de 2010

UNA APOSTILLA DE LA 2DA SEMANA

UNA PEQUEÑA APOSTILLA DE LA 2DA. SEMANA DE RODAJE

En pocos minutos copamos el pequeño pueblo de Seclantás, donde haríamos base los próximos 12 días para poder ir hasta el rancho donde filmamos la casa de Bepo, nuestro entrañable protagonista, distante unos 7 kms.

Digo en pocos minutos no porque seamos muchos de equipo, sino más bien porque el pueblo es muy pequeño. De hecho, es tan mono que parece una maqueta de proyecto de estudiante de arquitectura a casi 3000 mts sobre el nivel del mar.
Hemos cronometrado cuánto se tarda en recorrerlo tranquilo y la aguja del segundero se clavó en 8 minutos y 22 segundos. Usain Bolt se lo recorre en el mismo tiempo en que se pone las pantuflas para ir a echarse una meada al baño por la noche. Esta banalidad, casi grosera, es un tema de una importancia vital para los miembros de esta producción. Paso a explicarlo en detalle (aclaro que todo aquel que se crea lo de que el cine es puro glamour, fiestas y un rejuntado de vagos que no trabajan y que sólo sirven para ir a cócteles y salir en informes infames de E! Entertainment Television, lo que sigue los dejara un poco aturdidos)

ORINAR O NO ORINAR HE AHÍ EL DILEMA

Como los pueblos en los que filmamos son muy pequeñitos, el alojamiento no es el mejor sino el que hay. La gran mayoría de las hosterías son viejas casonas del siglo XIX (diecinueve para los que no entienden los números romanos o como escribir con letras equis y palitos). Es decir, patio central con habitaciones alrededor y con uno o dos baños comunitarios en el centro de la construcción. Sólo algunas habitaciones, mayormente 1 o 2 tienen baño privado. Esto se traduce en que la mayoría tenemos que realizar nuestras deposiciones saliendo al pasillo, caminando los 20 a 25 metros que nos separan del ansiado depositario.

El duro clima desértico de la zona hace que la amplitud térmica entre el día y la noche sea muy bestia. Podemos pasar de 22 grados centígrados a las 16:00hs a -2 grados a las 19:00hs. O para que quede claro: “se va el sol y te congelas hasta las pupilas!!!”.
Por lo tanto, si uno tenía la desgracia de despertarse en mitad de la noche por el frío y con ganas de hacer pipí, se producía irremediablemente el siguiente debate filosófico: “Voy después, mejor me duermo. Es que no me voy a poder dormir porque me meo. Sí, dale ponete las pilas y dormite. Es que si no me tengo que vestir y me da una fiaca (pereza). La cama está calentita y si salgo se me va a enfriar. NO te puedo creer el frío que hace en este pueblito. ¿Qué hora es? Las 5:30, pero si me dormí hace 4 horas, no vuelvo a tomar un puto vaso de cerveza en mi vida. Pero a qué hora me citaron para laburar?, a las 7:30, me quedan 2 horitas de sueño y si no me duermo cagué. Bah, ma sí, a la mierda, voy”.

En este punto el individuo se levanta, se viste lo más rápido que puede y recuerda las palabras de los lugareños cuando con esa sonrisita tan mona te dicen: “NO, ACÁ NO USAMOS ESTUFA. EL ADOBE DE LAS PAREDES CALIENTA” ¡¿Cómo nadie les dijo que el adobe durante la noche se ENFRÍA porque durante la noche NO HAY SOL????!!!!!.

Una vez vestido, el individuo, sale con paso redoblado al pasillo (digo redoblado no sólo porque camina rápido, sino porque lleva la vejiga redoblada para no mearse y se odia por haber perdido tanto valioso tiempo filosofando si se levantaba o no), llega corriendo y con un último aliento al añorado cuarto de baño para descubrir con pavor que del otro lado de la puerta y con un tono casi irónico y cínico le dicen: “OCUPADO”.

El individuo se convence de: a) tendría que haberse levantado antes, b) la filosofía no sirve para una mierda y mucho menos si te estás meando y c) como hago para aguantar hasta que salga el de adentro???.

Lo mejor es aprovechar ese tiempo para practicar la cumbia latina en espacios reducidos, con pasitos cortos y que logren presionar la zona orinal, para después disimular frente al que sale del baño, sonreír y escuchar que te dicen: “¡¡Qué frío no!!”

Cuando nos invade esa felicidad y placer que sólo una vejiga vaciándose nos puede proporcionar, descubrimos horrorizados que el que estuvo antes no fue por un simple y respetable pipí nocturno.
Vacíos pero contentos y jurando hablar con los del catering para que no vuelvan a dar de comer porotos (frijoles) en guiso, nos arrastramos derrotados y congelados a recuperar el calorcito bajo las mantas.

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